Cada vez son más los padres que deciden apuntar a sus hijos a YOGA, disciplina que nutre tanto el cuerpo como nuestra de múltiples beneficios. Y es que si tan beneficioso lo es para los adultos, de igual modo lo es para los niños.
¿Cuáles son los beneficios?
En el momento que los niños toman contacto con el yoga, adquieren conciencia de la existencia de su propio cuerpo, reconociendo y queriendo cada una de sus partes y tratándolo como merece. Aprenden a adoptar buenas posturas con objeto de evitar futuras dolencias, fortalecen los músculos, adquieren flexibilidad, etc.
En el grado mental, y gracias al control respiratorio logran relajar la mente y se calman; y, en consecuencia, obtienen una mejor concentración, estimulando el grado creativo o artístico.
Además de fomentar la amistad y el compañerismo, obtiene un mejor rendimiento en las actividades grupales o por parejas.
En cada una de las sesiones juega un papel importante el respeto hacia la Naturaleza, el amor o la paz, valores que sin duda un buen uso tendrán en la futura edad adulta.
¿A qué edad puedes apuntar a tu hijo a Yoga?
A partir de los 3-4 años es una buena edad. Pero en esta clase de actividades, nuestra profesora de YOGA en RCTSS, Ane Izeta, recomienda segregar en diferentes grupos en función de las necesidades de cada etapa. "No es igual trabajar con un crío de 3 años donde la intención es estimular el movimiento y los sentidos, que con uno de 8 que comienza a desarrollar sus habilidades en pleno proceso de desarrollo y razonamiento. Además, a esta edad ya responden a correcciones y comienza a trabajarse la visualización", explica.
¿Y qué diferencia hay con el YOGA para adultos?
Si ya conoces esta actividad, tal vez te resulte complejo idear una clase para los más pequeños. "El concepto como clase poco o nada tiene que ver con las relativas a los adultos. Consiste en jugar, disfrutar y en que sean ellos mismos. Felices y libres", aclara Ane. Del mismo modo, la profesora del Real Club de Tenis San Sebastián nos explica que para su desarrollo utilizan cuentos, canciones, bailes y dibujos, entre otros recursos didácticos, mediante los cuales integran las posturas o asanas, los mandalas y las técnicas de relajación.
Salvo indicación médica, no existe contraindicación alguna. De hecho, "si un niño se comporta de manera muy inquieta, o incluso si es hiperactivo, le vendrá bien para aprender a desfogarse, a canalizar la energía", explica la profesora.
Además de ser una técnica sumamente adaptable, ya que existen infinidad de variantes posicionales, se torna especialmente indicado, además, para niños con dolencias de tipo físico como el dolor de espalda o las crecederas. De este modo, si un niño no puede realizar determinado movimiento en la clase, el responsable de la sala le indicará la variante para no quedar en posición de inferioridad ante sus compañeros, al tiempo que corrige su dolencia.
De este modo, y del mismo modo que realiza YOGA, el niño puede complementar su actividad deportiva con otras como el fútbol, la natación el basket o la bicicleta, suplementando su desarrollo con una dieta variada rica en frutas y verduras. "Desarrollarán con una importante conciencia de su cuerpo y de lo que es bueno para ellos", asegura Ane.
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