El ejercicio físico en la adolescencia tiene infinidad de beneficios, pero como ya hemos indicado en post anteriores, precisa cierto control. Y precisamente dentro de dicha supervisión se ha de prestar especial atención a la alimentación. Y es que el control alimenticio es imprescindible a cualquier edad, también en la adolescencia. En el momento que esas chicas y chicos realizan además, un fuerte ejercicio físico las necesidades nutricionales serán diferentes.
Si el adolescente practica ejercicio físico de alto nivel o competición, su dieta estará controlada por completo por la asociación o ente deportivo al que pertenezcan. Sin embargo, si se trata de actividad deportiva más corrientes, como la que practican la mayoría de adolescentes, deben ser ellos mismos con la ayuda de sus padres o tutores quienes se ocupen de la ingesta más adecuada a sus necesidades físicas.
No únicamente se trata de controlar el peso por el que muchos deportistas se ven sometidos a una estricta dieta. Comer de manera adecuada y de forma sana, ayudará a incrementar su nivel deportivo y a aumentar la forma física mejorando el control mental y el estado de ánimo de cara a la competición.
Pero atención, hay diferencias con respecto a los deportistas adultos. Debemos entender que en el adolescente las necesidades nutritivas responden al proceso de crecimiento y desarrollo físico, proceso que en la edad adulta ha finalizado. Y es por ello que no se debe olvidar la necesidad de incluir un mayor aporte proteínico en edades previas a la madurez física. Siendo entre 0,8 - 1 gramo de proteína por kilo al día en edades inferiores a los 10 años y 1,2 gramos de proteína por kilo entre los 11 y 15 años.
Cabe destacar la importancia de una dieta variada rica en vitaminas y minerales, restando importancia a suplementos alimenticios adicionales de cualquier otro tipo. Pero... ¿qué alimentos contienen minerales?:
- Calcio: productos lácteos, huevos, pescados, nueces y semillas.
- Flúor: huevos, pescado, hígado, nueces y cereales.
- Hierro: carne de aves, carne roja, hígado, huevo, queso y hortalizas.
- Fósforo: soja, nata, queso, carne, pescado, cereales y verduras.
- Potasio: albaricoques, plátanos, soja, pescado, setas, lácteos, verdura, cereales y cualquier tipo de carne.
- Magnesio: huevos, pescado, lácteos, soja, levadura, cereales, frutos secos.
- Sodio: queso, sal, pescado, verduras y carne.
- Yodo: berros, huevos, sal marina y pescados de mar.
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