Como ya os hemos comentado en anteriores ocasiones, en situaciones normales, somos más partidarios de llevar a cabo rutinas saludables preventivas que dieta. Por ello en el post de hoy vamos con algunos sencillos trucos que os pueden ayudar a la hora de mantener la línea. Al grano.
1. Lee detalladamente el etiquetado de los productos.
- azúcares de tipo simple.
- harinas blanqueadas, refinadas o enriquecidas.
- jarabes procedentes del maíz ricos en fructosa.
- grasas trans.
- grasas saturadas.
Ingerir estos alimentos es como introducir tu teléfono móvil en un charco. Se producirá un cortocircuito EN TUS HORMONAS mandando a tu cuerpo mensajes confusos sobre tu modo de alimentarte.
2. Opta por las grasas no saturadas.
Los alimentos ricos en este tipo de grasas producen menores niveles de leptina que las comidas bajas en grasa con idéntica cantidad de calorías- Esto señala que puedes aumentar tu saciedad y aminorar tus niveles de ansiedad evitando las grasas saturadas, que se encuentran en reserva, como las comidas ricas en grasa, tipo salchichas, alimentos horneados o productos lácteos.
3. Colma tu sed (no la avives).
El motivo por el que la gente come es debido a que sus centros de saciedad reclaman atención. Pero en ocasiones, esos centros de apetito requieren que se sacie la sed, no llenar el estómago. La sed puede ser ocasionada por hormonas en el intestino, o puede ser una reacción química a comer, pues hacerlo incrementa el espesor de la sangre, y el cuerpo siente la necesidad de diluirla. Una buena forma de contrastar la reacción hormonal a la comida es asegurar que tu respuesta a la activación de la sed no contenga innecesariamente, calorías vacías como, por ejemplo, las procedentes del alcohol. A tu centro de atención de necesidades sedientas no le interesa si estás bebiendo un refresco repleto de calorías o un té verde. Por tanto, cuando sientas hambre, primero tómate un par de vasos de agua, para realmente entender si eso es realmente lo que tu cuero quiere hacer.
4. Alcohol, el justo.
Si tu objetivo es bajar peso, evita tomar alcohol en exceso, y no sólo por sus calorías, sino también por las calorías que inspira a comer después. Las bebidas alcohólicas disminuyen tu inhibición, por lo que terminas sintiendo que puedes comer lo que se pase por la cabeza, sea lo que sea. Limitarte a beber una sola bebida alcohólica, de vino, por ejemplo, cada día puede que sea beneficioso para tus arterias, protegerte del cáncer... pero puede costarte unos kilos de más, pues inhibe la leptina. ¡Atención!
5. Carbohidratos los necesarios.
Comer carbohidratos de manera compulsiva produce un aumento en la proteína llamada neuropéptido, que disminuye tu metabolismo y produce un aumento en la sensación de apetito. Asegúrate que menos del cincuenta por ciento de tu dieta proceda de los carbohidratos, y que en su mayoría sean complejos, como granos completos o vegetales: pastas integrales, panes integrales, etc...
6. Adelántate a los a los antojos.
Alguna vez puede que no puedas controlar tus niveles hormonales y cedas, como un león hambriento. Por ello, desarrolla una lista de alimentos de emergencia que calmen tus antojos: zumos, frutos secos, fruta, vegetales ya partidos y limpios, o incluso guacamole casero listo para untar en una buena tostada integral ¡Prepara tu kit de emergencia!
7. Tu mente lo es todo.
Cuando sientas que tú no puedes dale la vuelta a los malos pensamientos. Recuerda la satisfacción que se produce en tu interior cuando logras bajar unos quilos y te sientan de maravilla aquellos pantalones rescatados del fondo del armario. Ante un pensamiento negativo. varios positivos.
Hablando de buen rollo, tenemos una comunidad en Twitter que es la reina del mismo. ¿Te sumas?
0 comentarios: